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Galicia planta cara al desamparo tras la jubilación: llegan las coviviendas

Galicia planta cara al desamparo tras la jubilación: llegan las coviviendas

El Padrón de Habitantes habla alto y claro. En Galicia, tres de cada diez personas supera los 60 años. Estos datos, ofrecidos por el Instituto Galego de Estadística (IGE), dibujan una región que afronta un continuo envejecimiento y en la que más de 200.000 vecinos han celebrado ya su 80 cumpleaños. Esta situación hay que verla, además, en su contexto: una, en casos, compleja situación laboral y económica de los hijos o responsables inmediatos de los más mayores, dependencia y escasez de plazas en residencias públicas (junto al elevado coste de las privadas, que pueden rondar los dos mil euros por mes en función de las atenciones contratadas).

Un recorrido por la comunidad, especialmente por sus zonas rurales, permite que en C&G Técnicos Asociados confirmemos lo que las cifras adelantan. Viviendas vacías, otras abandonas y buena parte de ellas habitadas por una única persona. Y de edad avanzada. Mayores que soportan esta situación mientras su salud lo permite y que, llegado el momento, se ven abocadas a un centro de atención a la tercera edad o el cuidado por parte de familiares o allegados.

Cohabitación

Pero esta solución no convence a todos. Por ello, ha llegado ya a Galicia un modelo nacido en Dinamarca en los años 60. Conocido como “cohousing”, en nuestro territorio lo denominamos covivienda o cohabitación. En esta fórmula, sus residentes conforman prácticamente una gran familia, manteniendo su independencia económica pero compartiendo servicios. Conviven en un mismo espacio que se encargan de gestionar como si de parientes se tratase: reparto de tareas, disfrute de zonas comunes o tiempo de ocio en compañía. Una propuesta que planta cara a la soledad pero también al temor de muchos que, a puertas de la jubilación, afrontan su futuro con el miedo de llegar a ser una “carga” para sus hijos. Y una alternativa, también, para aquellos amigos o personas con intereses o aficiones comunes.

Todavía en ciernes, la cohabitación se ha incorporado ya a las políticas residenciales de la Xunta de Galicia. Por toda la comunidad, van surgiendo cada vez más grupos interesados y parece que afloran algunas iniciativas. En ellas, el modelo de cooperativa destaca como uno de los más aplaudidos, aunque existen cohousings en régimen también de propiedad privada o condomininio.

De hecho, existen varias modalidades: servicios compartidos externalizados, viviendas privadas con instalaciones o agrupaciones de viviendas con perfiles de usuario. Entre las prestaciones específicas compartidas se encuentran la asistencia sanitaria, los servicios domésticos, la ayuda asistencial o la urbanización compartida. En el caso español, Madrid, País Vasco o Valencia cuentan ya con varios ejemplos.

En resumen, estamos ante un nuevo modelo residencial que destaca no solo por sus beneficios económicos sino también por el bienestar personal y social que persigue. El tiempo dirá si logra asentarse y convertirse en una revolución contra el desamparo.

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